La premisa de Candy Crush es ser lo suficientemente básico como para que un niño en edad preescolar pueda usarlo. En las máquinas tragaperras, en las que nunca se puede predecir cuándo se va a ganar, pero se gana con la suficiente frecuencia como para querer volver a jugar una y otra vez.
En los casos más extremos los chicos han tenido que ser rescatados por la policía de la habitación, llevan años sin comer con la familia o han perdido el control de esfínteres por estar delante de la pantalla. En los últimos dos años se está viendo un comportamiento similar con las redes sociales.
Ricardo saca su dispositivo de la bolsa, le conecta sus audífonos y busca entre sus aplicaciones. Primero juega Angry Birds, luego Plants vs Zombies y finalmente Minion Rush, sólo porque necesita esperar 30 minutos más para obtener una nueva vida en Candy Crush.
Así lo ha asegurado a Europa Press el miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid y experto en adicciones, José Antonio Molina, que indica que esta sintomatología "la comparten casi todas las adicciones"
Si todo va según sus planes, el gobierno que quiere formar Rubalcaba incluirá a los videojuegos en la categoría “adicciones sin sustancia” de su proyecto del Plan Nacional sobre Drogas. Al parecer, esta industria clave en la economía del país no aporta nada más que adictos a nuestra sociedad.
Después de impedir la distribución de "ShellShock 2: Blood Trails" y "Dark Sector", el comité de evaluación de películas, libros y videojuegos australiano se ha negado a catalogar "Fallout 3".
La Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Asociación de Videojugadores han presentado hoy el estudio “Hábitos de consumo de drogas, alcohol y tabaco entre videojugadores y no videojugadores (jóvenes y adultos)”, un documento que analiza si existe relación entre el uso de videojuegos y el desarrollo de este tipo de hábitos.