La adicción a los vídeojuegos ha pasado a ser oficialmente una enfermedad para la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que comportará nuevos programas de prevención y de tratamiento en el mundo y a lo que la industria ha respondido poniendo en duda la evidencia científica que sustenta está decisión.
Las nuevas tecnologías llegan para quedarse y es que tenemos la suerte de que nos facilitan muchos aspectos de nuestro día a día, pero siempre que hagamos un buen uso de ellas. Eso sí, el problema llega cuando éstas se convierten en un fin y no en un medio. De hecho, desde 2018 el Ministerio de Sanidad incluyó por primera vez a las nuevas tecnologías dentro del Plan Nacional de Adicciones.
Todos los planes sobre drogas afirman que su principal objetivo es la prevención pero no es verdad. A no ser que se considere la prevención como un objetivo a largo plazo como el “bienestar social” o “la igualdad”, en cuyo caso habría que calificarlo de retórico, o que se meta en el mismo saco que la asistencia y la lucha contra el narcotráfico, en cuyo caso habría que calificarlo de tramposo.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos ha iniciado una campaña sanitaria desde las farmacias comunitarias para alertar sobre el problema de la adicción a las Nuevas Tecnologías en niños y jóvenes, con motivo del Día Mundial de las Telecomunicaciones.
Teniendo en cuenta el riesgo de la adicción a los videojuegos en niños y la preocupación de los padres por conocer e informarse sobre estos aspectos, la Comunidad de Madrid ha publicado una guía para ayudar en el uso responsable de estos dispositivos, que lleva por título "Pasos para evitar la adicción a los videojuegos ¿Puedo ayudar a mis hijos a divertirse en la red?".
La Organización Mundial de la Salud ha incorporado la adicción a los videojuegos como un trastorno de salud mental, dentro la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD). Esta clasificación, que se ha actualizado en los últimos 10 años e incluye 55.000 lesiones, enfermedades y causas de muerte, constituye una base para que la OMS y otros expertos conozcan y actúen sobre las tendencias en salud.