Un estudio puso de manifiesto los beneficios de ofrecer tratamiento temprano a las personas con hepatitis C que toman drogas por vía intravenosa. En Escocia, por ejemplo, más del 85% de las personas diagnosticadas con hepatitis C son usuarias de drogas inyectables.
Otras ciudades canadienses como Montreal, Vancouver, Surrey, Kelowna y Kamloops ya cuentan con centros de inyección supervisada de drogas, mientras se espera que otros tengan pronto luz verde en Ottawa, Calgary y Edmonton.
Un estudio de la Universidad de Pittsburgh (EEUU) ha evidenciado que el consumo de opiáceos no disminuye una vez se ha superado una sobredosis, dado que los investigadores "apenas" han observado ligeros aumentos en el uso de tratamiento asistido por medicamentos para frenar la adicción.
Tras la alternativa que respaldó el secretario de Seguridad, Daniel Mejía, de crear salas de consumo supervisado de drogas para mejorar los índices de seguridad, los expertos piden que la discusión se centre en la evidencia médico científica.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a los países a aumentar las estrategias para eliminar la hepatitis, recordando, con motivo del Día Mundial de la enfermedad, el nuevo tratamiento genérico que esta semana ha añadido a su lista de fármacos precalificado contra la hepatitis C para aumentar el acceso a la terapia y el impulso que ha dado para garantizar la seguridad en las inyecciones, medida fundamental para reducir la transmisión de los virus B y C.
"Iniciativas como 'Ciudades ante las Drogas' o el movimiento asociativo son dos herramientas clave para alcanzar el éxito, tanto en la prevención como el tratamiento, porque permite actuar en entornos urbanos donde la inserción social es más factible", ha señalado Teresa Vega, delegada de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta en Jaén.
En las pasadas XLIV Jornadas Nacionales Socidrogalcohol, concretamente el sábado 13 de Mayo, se presentó la Unidad de Porro Estandar (UPE) con el objetivo de mejorar los análisis epidemiológicos y los estudios clínicos que puedan finalmente contribuir a una mejora de la atención terapéutica o abordaje preventivo. Esta UPE aparece veinte años después de la aparición de la Unidad de Bebida Estándar (UBE).
El uso de esta sustancia para el tratamiento de la dependencia a opiáceos se asocia con una menor aparición de efectos adversos graves, lo que comportaría una mejora en la calidad de vida y la seguridad del paciente. También se presenta como una buena alternativa cuando los tratamientos de buprenorfina o metadona no son eficaces, si bien funciona peor que la diacetilmorfina (heroína) en cuanto a la prevención de recaídas.