Aseguran que bloquea los cambios que la droga produce en el cerebro y sostienen que las mujeres se ven más afectadas por las drogas cuando tienen un nivel de estrógeno más alto.
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio, presentado en Valencia, que ha conseguido cuantificar la magnitud del efecto que el consumo de cocaína produce en el sistema cardiovascular y detectarlo en pacientes asintomáticos por medio de sofisticadas técnicas de imagen.
El 71% de los cocainómanos padece alguna disfunción cardiaca. Presentan dilatación y disfunción contráctil de ventrículo izquierdo y derecho, hipertrofia del ventrículo izquierdo o focos de fibrosis focal. El estudio considera indicada una valoración cardiológica de todo consumidor habitual de cocaína, aunque no presente síntomas.
Dos estudios dirigidos por científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) y realizados por la Red Nacional de Trastornos Adictivos han permiten determinar el grado de adicción que tiene cada persona que consume cocaína.
Londres ha sido designada como capital europea de la cocaína. El Centro Europeo para el Control de la Drogas y de la Drogadicción, con base en Lisboa, ha adjudicado a la capital británica el número uno en el consumo de 'farlopa' per cápita, frente a Praga (la mayor consumidora de metanfetaminas), Eindhoven (a la cabeza por consumo de éxtasis) y Ámsterdam (sin rival en el reino del 'cannabis').
El uso de estas sustancias tiende a disminuir desde el máximo alcanzado en 2008. La prevalencia de cannabis es la más baja de la última década. Casi el 4% de los jóvenes españoles tomaron cocaína en el último año.
La mayor comprensión del funcionamiento del cerebro de los cocainómanos puede favorecer tratamientos más adecuados. Proyecto dirigido por el investigador Alfonso Barrós Loscertales dentro del grupo de Neuropsicología y Neuroimagen Funcional de la Universitat Jaume I en el marco de financiación del Plan Nacional sobre Drogas.
"Podría ser una vía para personas que no quieran fumar o inyectar y prefieran optar por una vía alternativa, pero para aquellas personas que ya consumen es una vía de administración que no tiene mucho sentido"
Una bebida energética “promedio” contiene en torno a 80 mg de cafeína por porción de 250 ml, frente a los aproximadamente 30 mg de una taza de té o los 90 mg de un café.