El pasado 11 de febrero de 2016 se publicaron los resultados de la Encuesta sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES) 2014/2015, donde se revelan las tendencias del consumo de alcohol y otras drogas entre los escolares españoles. Este estudio, que realiza la delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas cada dos años desde 1994, incluye una muestra de 37.486 estudiantes de entre 14 a 18 años, de 941 centros educativos públicos y privados y 1.858 aulas. En esta edición, la encuesta incluye el análisis de 18 sustancias psicoactivas.
Una investigación demuestra cómo afecta el consumo de esta sustancia en el cerebro. El estudio muestra que los que consumen cocaína no detectan correctamente las consecuencias adversas del propio comportamiento.
Los traficantes, sean de la nacionalidad que sean, están mucho más allá de cualquier gobierno. Están muy por encima de las normas de la política: operan en países socialistas, capitalistas o de las ideologías más diferentes, como Estados Unidos, Venezuela, los rusos o gobiernos neoliberales.
Una investigación sugiere que los pulsos magnéticos dirigidos al cerebro reducen la ansiedad y el consumo de sustancias en pacientes adictos a la cocaína.
Cuando se mezcla la cocaína con el etanol se genera un metabolito psicoactivo que resulta muy peligroso, el cocaetileno. Este metabolito es el etilester de la benzoilecgonina.
El anuncio lo hizo el ministro encargado de la Estrategia Nacional de Drogas, Aohán Ó Ríordáin, quien aseguró que además serán creados centros de consumo bajo supervisión médica para quienes utilizan esas drogas.
La adicción a la cocaína es uno de los mayores problemas en Países del mundo occidental en general, tan importante como la infección por VIH. En 1998 se ha reconocido en Estados Unidos, que el abuso de cocaína en la gestación es uno de los principales problemas de salud, por los gastos que demanda la atención obstétrica y neonatal, que corresponden a 3 veces los de un niño no expuesto a drogas.
"Podría ser una vía para personas que no quieran fumar o inyectar y prefieran optar por una vía alternativa, pero para aquellas personas que ya consumen es una vía de administración que no tiene mucho sentido"
Una bebida energética “promedio” contiene en torno a 80 mg de cafeína por porción de 250 ml, frente a los aproximadamente 30 mg de una taza de té o los 90 mg de un café.