Una investigación demuestra cómo afecta el consumo de esta sustancia en el cerebro. El estudio muestra que los que consumen cocaína no detectan correctamente las consecuencias adversas del propio comportamiento.
Los traficantes, sean de la nacionalidad que sean, están mucho más allá de cualquier gobierno. Están muy por encima de las normas de la política: operan en países socialistas, capitalistas o de las ideologías más diferentes, como Estados Unidos, Venezuela, los rusos o gobiernos neoliberales.
Una investigación sugiere que los pulsos magnéticos dirigidos al cerebro reducen la ansiedad y el consumo de sustancias en pacientes adictos a la cocaína.
Cuando se mezcla la cocaína con el etanol se genera un metabolito psicoactivo que resulta muy peligroso, el cocaetileno. Este metabolito es el etilester de la benzoilecgonina.
El anuncio lo hizo el ministro encargado de la Estrategia Nacional de Drogas, Aohán Ó Ríordáin, quien aseguró que además serán creados centros de consumo bajo supervisión médica para quienes utilizan esas drogas.
La adicción a la cocaína es uno de los mayores problemas en Países del mundo occidental en general, tan importante como la infección por VIH. En 1998 se ha reconocido en Estados Unidos, que el abuso de cocaína en la gestación es uno de los principales problemas de salud, por los gastos que demanda la atención obstétrica y neonatal, que corresponden a 3 veces los de un niño no expuesto a drogas.
Científicos de la Universidad de Maastricht (Holanda) han comprobado que una sola dosis de cocaína altera directamente a nuestro cerebro, modificando la percepción de las emociones básicas e interfiriendo a la hora de reconocer emociones negativas como la tristeza o los celos.