La mayor comprensión del funcionamiento del cerebro de los cocainómanos puede favorecer tratamientos más adecuados. Proyecto dirigido por el investigador Alfonso Barrós Loscertales dentro del grupo de Neuropsicología y Neuroimagen Funcional de la Universitat Jaume I en el marco de financiación del Plan Nacional sobre Drogas.
El cerebro segrega pregnenolona para contrarrestar los efectos del tetrahidrocanabinol. El hallazgo abre la puerta a nuevos fármacos para tratar la adicción a esta droga.
El catedrático explicó que "drogas y medicamentos son lo mismo" y que no se puede decir si la droga es un ángel o un demonio. "Siempre se consumieron, pero llegó un momento en que el mercado empezó a solicitar drogas sólo para 'pillar el gran colocón'", indicó.
Una nueva investigación de la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en Nueva York, Estados Unidos, publicada en la edición digital de 'JAMA Psychiatry', revela que el abuso de cocaína a largo plazo puede estar asociado con deficiencias en las partes del cerebro involucradas en el seguimiento y la supervisión de la conducta de uno mismo.
Los síntomas de abstinencia de la nicotina son impulsados por un grupo muy específico de neuronas en una región concreta del cerebro, según un informe publicado este jueves en la revista 'Current Biology'. Sus autores explican que estos hallazgos en ratones sugieren que las terapias dirigidas a este grupo de neuronas podrían algún día ayudar a las personas a dejar de fumar.
Neurólogos en la Universidad de Western, en Lodon (Canadá), han descubierto el proceso molecular subyacente por el que se desarrolla la adicción a opiáceos en el cerebro.
Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han analizado las similitudes y diferencias psicológicas y de funcionamiento cerebral que existen entre las personas adictas a la cocaína y las que son adictas a los juegos de azar. Su trabajo ha determinado que las personas adictas al juego presentan anomalías en su funcionamiento cerebral, que afectan a su capacidad de tomar decisiones.
Investigadores encontraron que ambas adicciones afectan el funcionamiento de las mismas áreas cerebrales que permiten, por ejemplo, controlar los impulsos.