En España, más de dos millones de personas toman ansiolíticos con regularidad. Es decir, ya hay más personas que los consumen que población diagnosticada por ansiedad y depresión. Los psicofármacos, prescritos de forma masiva en nuestro sistema sanitario, se están convirtiendo en una bomba de relojería con costes millonarios. ¿Trivializamos su consumo? ¿Y cuáles son las consecuencias?
CCOO Euskadi ha demandado "más y mejor prevención" en las empresas del sector de la Dependencia, ante el "elevado consumo de fármacos y psicofármacos" entre las trabajadoras para "paliar sus dolores musculares y rebajar su nivel de ansiedad", motivados por "unas cargas de trabajo brutales y una presión de tiempos enorme".
Un informe de las Entidades Catalanas de Acción Social (ECAS) expone que la vulnerabilidad social lleva a las personas al límite emocional y psicológico.
Las substancias o medicinas a las que recurrimos para sentirnos mejor empiezan a ser un problema cuando se convierten en un sistema de vida e ignoramos las causas de los estados de ánimo.
Entre los años 2000 y 2012. Entre los ansiolíticos más utilizados en España están el lorazepam y el alprazolam, comercializados por Pfizer como 'Orfidal' y 'Trankimazin' respectivamente, y de los hipnóticos o somníferos el más utilizado es el lormatazepam, más conocido como Noctamid (Teofarma).
El abuso de este tipo de psicofármacos tiene un daño potencial alto y cuesta reconocerlos como una droga. Provoca más de 20 mil muertes al año y se estima que el 40% los usa sin prescripción médica.