El Instituto Internacional de Cannabis y Cannabinoides (ICCI, por sus siglas en inglés) fue inaugurado en Praga con el objetivo de investigar las posibilidades terapéuticas del cannabis y facilitar su acceso a los pacientes que lo requieran.
Si bien el uso del cáñamo índico está permitido para propósitos terapéuticos en la República Checa desde 2012 y se puede obtener con receta en farmacias desde 2014, en la práctica sigue siendo un producto muy costoso, por lo que se cultiva de forma privada e ilegal.
El instituto es un proyecto colectivo de asociaciones de pacientes, círculos científicos checos y la compañía de inversión norteamericana Dioscorides Global Holdings, que aporta una dotación inicial de 18 millones de euros.
El ministro de Sanidad checo, Svatopluk Nemecek, presente en la inauguración del ICCI, señaló que «esa inversión privada es la mayor que ha conseguido la investigación médica checa en estos últimos años».
El centro va a fijar los estándares de producción del cannabis, para que pueda cultivarse con garantías sanitarias en el país centroeuropeo, así como su uso terapéutico.
La idea es «conocer en profundidad las características de una planta conocida hace miles de años, para que sea accesible según las necesidades individuales de cada paciente», dijo en rueda de prensa Pavel Kubu, director ejecutivo del ICCI.
Existe un consenso sobre la eficacia de la marihuana para combatir males como los dolores crónicos neurológicos, la inapetencia y polineuropatías en pacientes con sida.
Aunque es ilegal en los tratados internacionales para fines recreativos,también es útil como paliativo en casos de tumores o como lenitivo contra dolores neuropáticos y crónicos, entre otras aplicaciones destacadas por los facultativos.
En la práctica, los doctores no lo recetan debido a su coste o las dificultades para acceder a la planta.
