El consumo de drogas no es una realidad uniforme: existen múltiples formas de relación con las sustancias, que pueden variar en función de la frecuencia, la intención, el contexto o el grado de implicación de la persona. Comprender estos distintos patrones permite acercarse a la complejidad del fenómeno y adaptar mejor las estrategias de prevención, acompañamiento y reducción de riesgos.
Algunas personas se aproximan a las drogas movidas por la curiosidad o el entorno social, y su consumo se limita a momentos puntuales. Otras pueden mantener un uso más regular o prolongado, o bien desarrollar una relación más intensa con las sustancias que acaba condicionando aspectos importantes de su vida diaria.
En otros casos, el consumo puede implicar un riesgo para la salud o el bienestar emocional y social, sin que exista una dependencia como tal. También hay situaciones donde se combinan varias sustancias (policonsumo), lo que puede incrementar los efectos adversos y las consecuencias a largo plazo.
A continuación, se presentan diferentes tipos de consumo, desde los más esporádicos hasta los más problemáticos, con el objetivo de ofrecer una mirada clara, accesible y útil para la comprensión de esta realidad diversa.