El fentanilo es un opioide sintético más potente que la morfina y la heroína. En Vancouver se ha llevado a cabo un proyecto piloto para analizar la adulteración de la heroína con fentanilo que se consume por vía parenteral. La hipótesis es que a mayor adulteración con este opioide sintético, más probabilidad de padecer una sobredosis. Los resultados son muy abrumadores, ya que un 79% de las muestras analizadas llevaban fentanilo y la probabilidad de sobredosis era de seis veces superior cuando se encontró esta sustancia en las muestras analizadas.
La patología puede prevenirse con una adecuada atención de las infecciones con un seguimiento adecuado de estas condiciones en los recursos actualmente existentes diseñados para los usuarios de drogas intravenosas (salas de venopunción, centros de atención y seguimiento de las drogodependencias, etc.).
Una investigación, presentada durante la 25ª Conferencia Internacional sobre Reducción de Daños (HR17), puso en evidencia que esta clase de sobredosis por estimulantes está invisibilizada en comparación a otras sobredosis como las producidas por opiáceos, alcohol u otros depresores. El uso de psico-estimulantes puede desencadenar una amplia variedad de síntomas físicos y psiquiátricos que se deben identificar adecuadamente y saber cómo actuar.
El uso de esta sustancia para el tratamiento de la dependencia a opiáceos se asocia con una menor aparición de efectos adversos graves, lo que comportaría una mejora en la calidad de vida y la seguridad del paciente. También se presenta como una buena alternativa cuando los tratamientos de buprenorfina o metadona no son eficaces, si bien funciona peor que la diacetilmorfina (heroína) en cuanto a la prevención de recaídas.
Un estudio canadiense demuestra que el 80% de la droga está adulterada con fentanilo. El fentanilo es un potente analgésico de uso médico, originalmente diseñado para paliar el dolor agudo en enfermos de cáncer, que al mezclarse con otras drogas como la heroína está provocando una epidemia de muertes por sobredosis en Estados Unidos y Canadá.
La prestación de servicios de reducción de daños accesibles y de buena calidad, tanto dentro como fuera de las cárceles, es una obligación vinculante en materia de derechos humanos y no solo una opción normativa.
Investigadores claman por los derechos de la persona adicta y piden la atención integral del estado. Es urgente atender a 5.000 adictos en situación de calle, que aunque son solo un 5% de los consumidores de sustancias psicoactivas, debido a su condición no pueden desplazarse a los centros de salud. Además, las mujeres estarían dentro de los colectivos afectados entre las personas con drogodependencia que están en situación de calle.