Las adicciones a las drogas o al alcohol, son las más conocidas por el público en general. Se considera que son las más dañinas, ya que une el efecto de las sustancias consumidas a los efectos sociales que surgen a causa de su consumo. Pero existen otras adicciones que no necesitan de la presencia de estas sustancias tóxicas para provocar sus indeseables efectos.
Los jóvenes son uno de los grupos más vulnerables de la sociedad. Por una parte, su falta de experiencia no les permite tener un referente para conocer qué actos y actividades pueden resultar dañinos para ellos y por otra, la propia iniciativa, que no tiene freno durante esa etapa de la vida, les fuerza a experimentar con sustancias que pueden resultar totalmente dañinas para ellos.
El consumo de alcohol por los adolescentes produce graves efectos sobre su salud física, psíquica y social al no haberse completado su desarrollo y aumenta la probabilidad de ser dependiente del alcohol en la edad adulta.
La aspartato aminotransferasa y la alanino aminotransferasa, son dos enzimas muy sensibles al daño hepático. Su aumento es resultado de una alteración mitocondrial y del músculo producida por el alcohol, dado que una de las dos encimas no existe en el músculo.
Tradicionalmente, las chicas consumían menos alcohol, o con menos frecuencia, que los chicos en la mayoría de países europeos. Actualmente ocurre al contrario, lo que nos lleva a una mayor preocupación por los problemas de las jóvenes que quieran ser madres en el futuro.
El consumo de alcohol afecta al desarrollo cerebral relacionado directamente con la memoria y el aprendizaje. Puedes entrar en un falso estado de autocontrol acompañado de cansancio, somnolencia e incluso comportamientos nocivos hacia tu entorno.
Las generaciones posteriores a 1980 empiezan a tener más conciencia de que el alcohol puede ser perjudicial para los menores de edad, pero las anteriores a esta época todavía han criado a sus hijos con ideas equivocadas respecto al uso y consumo del alcohol.