La prevalencia de la coinfección del VIH y VHC se situó en el 3,7 por ciento, lo que supuso un descenso del 53,8 por ciento respecto al 2017 (8%) y del 83,3% del 2015 (22,1%).
Un estudio realizado en Melbourne sugiere que estos espacios, además de facilitar pruebas rápidas y confirmatorias del VHC a los usuarios de drogas inyectables, permiten a estas personas entrar en programas supervisados de intercambio de jeringuillas.
Más del 60 por ciento de los pacientes adictos a las drogas por vía parenteral tienen anticuerpos de la hepatitis C, según el jefe de Sección del Centro de Atención a las Adicciones (CAD) de Tetuán (Madrid), Pablo Vega Astudillo.
Investigadores Nuevos del Lawson Health Research Institute y de la Western University (Canadá) han descubierto por primera vez que el VIH puede transmitirse si se comparten los utensilios utilizados para preparar las drogas antes de inyectarse.
Un estudio de personas que se inyectan drogas encontró un aumento significativo en el riesgo de endocarditis infecciosa, una infección grave del revestimiento del corazón, posiblemente relacionada con el aumento del uso de la hidromorfona opioide. La endocarditis infecciosa puede ser potencialmente mortal.
Los beneficios que proporciona a los usuarios de drogas inyectables la asistencia frecuente a estas salas subrayan la necesidad de mantener las salas actuales y promover la apertura de otras en países europeos donde todavía no están disponibles
Una de las consecuencias más graves de la epidemia de opiáceos es la propagación de la hepatitis C entre los usuarios de drogas inyectables. Un estudio nuevo muestra que, si se desarrolla con éxito una vacuna contra la hepatitis C, se reduciría drásticamente la transmisión de la hepatitis C entre los consumidores de drogas, a pesar de que es poco probable que una vacuna así brinde inmunidad completa.