Traffic o la droga como objeto de goce

El tema de la droga es complejo. Incluye tal diversidad de relaciones sociales que una eventual solución deberá provenir de la confluencia tanto de instituciones públicas como de prácticas privadas. Está comprobado que no es posible resolver el problema abordándolo desde una única perspectiva. Lo que sí sabemos es que en el adecuado planteo de un problema se encuentra el inicio de la solución. De modo que daré mi punto de vista acerca de este tema enfocándolo desde una perspectiva psicoanalítica.

En primer lugar considero que hay que deslindar lo que pertenece al campo Psi del de otras disciplinas que se ocupan tanto del narcotráfico como de la producción o distribución de diferentes tipos de drogas. Esto nos evita tener que clasificar su consumo desde la oposición legalidad – ilegalidad.

Quienes trabajamos en Salud Mental nos encontramos a veces que durante el tratamiento puede haber hechos que impliquen la necesidad de una internación o de una intervención judicial. Pero en tanto no demos una valoración positiva o negativa al uso de drogas podremos intervenir desde nuestro lugar con mayor eficacia. De modo que:

1. Separar lo que pertenece al discurso del psicoanálisis de lo que puedan aportar otros discursos posibilita una acción específica.
2. Cada una de las personas que nos consulta, en el hospital o en forma privada, tiene su particularidad. Nuestra práctica implica escuchar y determinar cuál es su posición subjetiva para vislumbrar lo que causa su padecer.

3. A partir de allí podremos distinguir en cada cual su relación particular al objeto denominado comúnmente «droga». La clasificación social de las mismas (blandas, duras, que producen adicción) puede operar como una forma de prejuicio que no nos permita escuchar al paciente. Es más, el sujeto mismo puede estar alienado a esa clasificación y usarla, sin saberlo, como emblema identificatorio. Y el psicoanálisis nos enseña que el sujeto debe separarse de las identificaciones que lo atan al Ideal.
4. En la pubertad las identificaciones al Ideal del grupo se presentan con fuerza ya que se imponen para dejar atrás los ideales parentales y encontrarse con los propios, lo que posibilita el nacimiento de una nueva generación.

5. Por ende la «experimentación» es propicia en esta etapa de la vida. Pero esta primera experiencia, de por sí, no convierte en «adicto»a nadie. Para que alguien tenga una relación compulsiva al consumo de cualquier estimulante o relajante, ya que son drogas también las pastillas tranquilizantes, el acohol, etc. debe haber algo más.
6. Ese plus es el modo en que cada sujeto se las arregla con la pulsión de muerte. Descubrimiento de Freud como aquello que va más allá del principio del placer. Contrariamente a lo supuesto comúnmente las personas experimentan un goce que, en la medida en que las excede, atenta contra la obtención de placer mismo produciéndoles displacer y sufrimiento.
7. En tanto que el «único deber es deber es mantenernos vivos» cualquier forma compulsiva que atente contra la propia vida es un modo poco eficaz de vérselas con la pulsión de muerte. Incluso el tabaquismo que hasta hace poco tiempo no se consideraba «adicción» sino «vicio» puede conducir a la muerte.
8. De modo que un tratamiento adecuado para quienes han superado la barrera del placer debe conducir al sujeto a: 1) obtener su consentimiento en considerar su acción mortífera y 2) querer saber la causa que lo inclina a autodestruirse. Es decir que no es la droga en sí lo que destruye (es sabido que se usan también para curar) sino la compulsión que decide a algunos a traspasar su propio límite.
9. La pregunta por la causa atravesó el psicoanálisis desde su inicio en el siglo XIX hasta nuestros días, de modo que es el método por excelencia para resolver esta cuestión individualmente. Es, también, tarea de los psicoanalistas recurrir a la intervención judicial o médica cuando sea inevitable pero sin perder de vista su objetivo final: conducir a un sujeto a una elección de vida más satisfactoria que la que tenía al consultar.
10. Por último, una referencia a la película Traffic. Si bien la solución encontrada en el film no es la que propongo en este artículo es bien cierto que los personajes actúan movidos por intereses personales llámense venganza, ambición, dinero, estupidez, justicia, moral, etc. La única que se hace daño sin saber su causa es la joven quien confiesa que tiene «rabia» sin saber de qué ni porqué. Su drogadicción es, entonces, la forma en que ese sujeto encuentra para responder al malestar en la cultura.

11. Pero en tanto éste es inevitable el psicoanálisis tiene la posibilidad de dar una respuesta diferente. Puede conducir al sujeto a una forma de goce no mortífero, es decir, puede acotar el goce «que de no existir haría vano el universo» al decir de Jacques Lacan.

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