Los niños y niñas conocen el alcohol desde una temprana edad. Muchos prueban su primera bebida alcohólica antes de los 14 años, generalmente en grupos, reunidos en parques o en determinadas zonas de nuestros municipios. Comparten latas, botellas o jarras, y beben con rapidez, buscando la intoxicación a corto plazo.
En muchos casos, cuando los adolescentes comienzan a ir a bares, para ellos beber significa emborracharse. Determinados juegos, como el «kinito», han convertido la borrachera en una rutina.
Para que tu hijo tome decisiones responsables respecto al consumo de alcohol, es importante que sea consciente de los siguientes aspectos:
– Beber en un periodo corto de tiempo, con el objetivo de emborracharse, es especialmente peligroso para los jóvenes. Sus organismos aún no han madurado, por lo que el alcohol les afectará más intensamente.
– El consumo combinado de bebidas alcohólicas y de otras drogas resulta especialmente peligroso. El alcohol puede, por ejemplo, aumentar el riesgo de padecer una sobredosis de otras drogas.
– Tras haber bebido alcohol, aumenta el riesgo de sufrir un accidente de tráfico (el 50% de los jóvenes fallecidos los fines de semana en nuestras carreteras, tenían un nivel de alcoholemia superior al legalmente permitido). Es, asimismo, más probable que se vean envueltos en peleas.
– El abuso regular de alcohol los fines de semana, limita las posibilidades de desarrollo de los jóvenes, al reducir su tiempo de ocio a noches de alcohol y mañanas de resaca.
Si crees que tu hijo o hija ha comenzado a beber, actúa con calma. Explícale por qué estás preocupado, y asegúrate de que entienda los riesgos asociados al abuso de alcohol.
Ayuda a tus hijos a reducir riesgos
– Hazles ver que, independientemente de las opiniones de sus amigos, beber alcohol no es una conducta necesaria, ni mucho menos obligatoria, sino que es una opción sobre la que cada persona debe decidir.
– Recuérdales que el consumo de alcohol perjudica especialmente a los menores de edad, aún en proceso de maduración.
– Anímales a que si cuando sean mayores deciden consumir alcohol, consuman bebidas de baja graduación.
– Consensua normas sobre las fiestas. No estés lejos si tu hijo o hija tiene una fiesta en casa. Evita tentaciones tales como dejar a su alcance tu propio bar, y proporciónale comida sólida de manera que no beba con el estómago vacío. Si tu hijo va a ir a una fiesta, no olvides preguntar dónde tendrá lugar.
– Asegúrate de que tu hijo o hija tiene una forma segura de volver a casa.
Fundación Vivir Sin Drogas
Publicado en «GURASOAK. Padres y madres frente a las drogas». Nº 18, 2000 www.fvsd.org