La drogadependencia, el sufrimiento de la persona y el entorno que la padece, es sin dudas, un infierno en vida. Quienes trabajamos en esta área lo vemos a diario. Un adicto es una persona que no aprende, no produce, no se comporta civilizadamente, no es solidario, no respeta, no reconoce limites, ni ama. El adicto no solo infringe un daño a su cuerpo, a su mente, y angustia a su familia, que se – desvive para poder sacarlo este flagelo- sino que también ocasiona serios daños a la sociedad entera, no ya en «perdidas psicológicas» sino también en gastos concretos que son los llamados costos sociales.
La drogadependencia genera enormes perdidas para un país en sanidad, seguridad, justicia y por supuesto en productividad como consecuencia de llegadas tardes, ausentismos, bajo desempeño y accidentes laborales. De estos últimos, el 70 % son causados por personas que consumieron alcohol o drogas.
Solo en los EE.UU. estos gastos se calculan en alrededor de sesenta y cinco mil millones de dólares. Traspolando esta cifra a nuestro país (Argentina) donde de la ultima estadística del SEDRONAR contabiliza de 600.000 adictos, los argentinos gastaríamos mas de 1.500 millones de dólares. ¿En qué? En atención medica-hospitalaria, medicamentos, estudios clínicos, costos por HIV y Hepatitis B y C -enfermedades asociadas al uso de drogas- , en procesos judiciales, en los enormes gastos de seguridad, en improductividad laboral, en accidentes laborales, domésticos o simplemente en la calle donde bajo la influencia de drogas y alcohol un conductor embiste a un peatón, solo para mencionar algunos hechos concretos. Pero esto no termina aquí.
Uno podría preguntarse cómo Nueva York es hoy una de las ciudades mas seguras del mundo si hace unos años atrás, era temida por sus habitantes y turistas. Aplicando el pragmatismo -siempre basado en la evidencia- que caracteriza a los norteamericanos, las razones para semejante cambio se explican además de por la floreciente economía y pleno empleo, por:
— la aplicación del principio de tolerancia a cero, algo así como una visión sistémica del delito, donde la consigna lleva implícita la filosofía de nuestro dicho criollo «quien es fiel en lo poco, lo es en lo mucho», o la máxima oriental «la violencia -por mas pequeña que sea genera violencia» o bien «pequeños delitos generan el clima para grandes delitos y viceversa»
— el trabajo contra el «delito violento» que es una forma mas perversa y generalmente irreparable que el «delito» con leyes y penalidades aleccionadoras y disuasivas
— acciones sociales de prevención y asistencia de la drogadependencia
Después la famosa «guerra santa» contra las drogas llevada a cabo por las administraciones de Reagan y Bush y luego de gastar miles de millones de dólares en recursos humanos y tecnología de avanzada, se dieron cuenta que solo el 15% del narcotráfico mundial podía ser decomisado a través de la represión. Esto significaba que el 85 % restante pudo comercializarse con lo que se estaba perdiendo la guerra, en un enfrentamiento -salvando las distancias- igual a Vietnam en donde no se tenia bien en claro cual era el enemigo.
Basado en esta experiencia, afortunadamente la administración Clinton cambia de estrategia. En vez de dedicarse solamente a atacar la oferta se dedicarían a la reducción de la demanda. «Tal vez no podamos parar que sigan ofreciendo drogas a nuestros hijos pero si enseñarles a decir no». Así se dieron cuenta que por cada dólar que invertían en prevención y asistencia de los drogadependientes se dejaban de perder otros siete en los gastos que genera la drogadependencia y enumerados ut-supra.
En dos estudios estadísticos realizados por Fundación Manantiales (1995 y 1998) entre trescientas variables medidas, se evidencia que el 74.5 % de los adictos comete algún acto delictivo y casi el 35 % había utilizado armas, durante el periodo de adiccion. Queda claro que el adicto no es un delincuente por principio o condición humana, pero su enfermedad lo hace delinquir. Las drogas anulan la conciencia y por ende el juicio, no solo mientras dure su efecto, sino que son de tiempo completo, haciendo que las personas hagan cosa que creían inimaginables. Tomando la cifra de 600.000 adictos en Argentina, casi las tres cuartas partes de ellos en algún momento van a delinquir y mas de un tercio de ellos pueden llegar a utilizar armas.
En EE. UU la labor de las instituciones y profesionales que trabajan contra la drogadependencia es una de las mas reconocidas y apoyadas por el Estado, empresas y particulares, porque saben que además de ayudar a las personas en particular están ayudando a la sociedad toda.
Cualquiera de las más de 400 ONGs que en este momento están abocadas a recuperar a mas de 5000 personas, no solo ayudan a estos y a sus familias, sino que lo ayudan a usted, a mi y a toda la comunidad. Si calculamos que el 75 % de ellos podría estar en la calle cometiendo delitos, o despilfarrando lo que pagamos en impuestos en gastos de sanidad, seguridad, justicia y perdidas laborales. Y lo mejor de ello es que una gran mayoría se cura y vuelven a la sociedad como miembros sanos. ¿Cuántos delitos evitamos?
Otra buena noticia es que el costo mensual por cada persona en tratamiento, es casi cuatro veces menor, de lo que pagamos los argentinos para que alguien aprenda a «delinquir mejor» durante su permanencia en una cárcel.
Redefinido el rol del estado, las ONGs jugaran un gran papel en el próximo milenio para trabajar casi «artesanalmente» en la solución de los problemas sociales.
Cualquier verdadera política de Estado , propuesta por los candidatos presidenciales contra la inseguridad, debe incluir el apoyo a las ONGs que trabajan en la prevención y asistencia de la drogadependencia. Recuperarse del problema de las drogas debe ser un derecho para todos los argentinos. Recuerde que por cada peso invertido en estas áreas dejaremos de perder otros siete, pero lo que es mas importante aún y que ningún dinero en el mundo lo puede pagar, es volver a sentirnos felices y sin miedo, cuando salgamos con nuestras familias a la calle.
Fdo.: Lic. Pablo Rossi
Director Fundación Manantiales
Argentina-Uruguay