Es un tema poco conocido pero interesante y urgente. El difícil acceso al entorno carcelario e incluso dentro de él, hace dificultoso el conocimiento y comprensión de la realidad de las vivencias de los reclusos.
Disfruté la suerte de trabajar en este medio durante años, y, desde mi posición de trabajadora social de una ONG, me aproximé suficientemente a la problemática de la drogadicción en las prisiones españolas.
Los internos de la cárcel consumen todo tipo de drogas: benzodiacepinas, heroína, hachis, y cocaína en menor cantidad por su elevado precio, y las consumen a diario.
Son politoxicómanos, con el consiguiente riesgo de sobredosis e incluso de muerte.
El problema de la drogadicción en prisión es muy serio y grave. El 54% de la población reclusa española es drogodependiente y sobre un 50% de la delincuencia se relaciona con el trafico de drogas. Qué hacer?
Cierto es que el Ministerio del Interior junto a diversas ONGs llevan tiempo implantando programas diversos de atención a la drogodependencia en las cárceles: Programas de Mediadores en Salud para formar drogodependientes en prisión que informen a sus compañeros de cómo prevenir las diversas enfermedades derivadas del consumo de droga, es “el grupo de iguales” que ha demostrado su eficacia, Programas de intercambio de jeringuillas, metadona, naltrexona, atención psicosocial pero, el problema de la motivación no esta suficientemente tratado.
”No importa qué me meta en el cuerpo si eso me hace pasar unos días sin enterarme de nada”. Esta frase oída por mí miles de veces, de boca de diferentes individuos, me ha proporcionado siempre inquietud, desasosiego, tristeza e impotencia, ¿Que hacer?
Son expresiones comúnmente oídas: ”para qué voy a trabajar y ganar una miseria de sueldo si, vendiendo heroína gano más e invierto menos tiempo y esfuerzo?”
Yo preguntaba… ¿y si te cogen?, las respuestas eran unánimes: ”no importa saldré algún día y he ganado millones”.
Si al principio estas palabras me inundaban de tristeza hoy me hacen reflexionar y ensombrecen mi mente ¿qué hacer?
El día a día es duro en prisión por la rutina, la inactividad y la poca motivación. Es cierto que existen actividades programadas para los internos que lo deseen pero, la mayoría de ellos, no hace absolutamente nada o lo hacen de manera inconstante y sin ilusión.
La persona que de forma habitual tiene cualquier tipo de relación con la droga acaba en prisión, al mismo tiempo que las prisiones son caldo de cultivo para el consumo. No son pocas las personas no consumidoras que han iniciado su consumo precisamente siendo reclusos. Y el trafico está a la orden del día. Consumo y trafico ¿Qué hacer?. Es trabajo harto difícil pero inescusable y acuciante.
Solamente con autoestima y motivación se destierra la drogadicción.
¿Motivar con 15 años de condena por delante? ¿Adquirir autoestima desde el desahucio de la sociedad? Ese es nuestro reto. Del Estado y de los profesionales técnicos, que tendrían como primer objetivo, cambiar su concepción del preso. Solamente desde la conjunción de voluntades podremos intentar abordar el problema con justicia y humanidad. ¿Qué hacer?
Firmado: Raquel Chamorro Rodríguez
Trabajadora Social
Master en Drogodependencias