Las primeras comunidades terapéuticas de profesionales surgieron al mismo tiempo que las granjas de internamiento para toxicómanos, en 1979, aunque con características bien distintas. Tenían en común el querer dar una respuesta al problema de las drogas en ese momento.
En los inicios de los años 80 se comenzó a utilizar el término de comunidad terapéutica profesional para diferenciarlo de las granjas de internamiento. Ambos modelos eran confundidos muy frecuentemente, no solo por los medios de comunicación sino por muchos profesionales que trabajaban en toxicomanías.
Esta situación, hoy en día en España, ya no es necesaria, pues la mayoría de profesionales que trabajan o colaboran en drogodependencias diferencian lo que es una comunidad de vida y lo que es una comunidad terapéutica profesional, estando claro que esta última, se caracteriza por la presencia de un equipo cualificado con titulaciones académicas adecuadas, un programa explícito, objetivos terapéuticos y educativos, diagnóstico concreto del paciente al inicio del tratamiento, una orientación hacia la reinserción y estar inmersos en la red asistencial pública. Mientras que en las comunidades de vida, aparte de no perfilarse ninguno de los anteriores conceptos, destaca la presencia característica de elementos de adoctrinamiento ideológico y no considerar como meta la plena integración del paciente a la sociedad, libre de dependencias, inclusive de la propia comunidad de vida.
La Comunidad Terapéutica sigue siendo un espacio libre de drogas donde el paciente es el principal protagonista de su propia cura.
Se trata de un sistema bien estructurado con límites precisos y funciones bien delimitadas, roles claros y afectos controlados a través de normas, horarios, responsabilidades, …
Existe un trabajo terapéutico que se aborda desde las áreas psicológicas, educativas y sanitarias.
Su estructura esta pensada para que el paciente se sitúe continuamente en tratamiento. Es un trabajo mas intenso que el que se realiza en otros abordajes de tratamiento. Por lo que consideramos que el modelo de comunidad terapéutica es necesario y eficaz en el tratamiento de las drogodependencias.
La implantación de programas de baja exigencia ha contribuido en el desarrollo y comportamiento de las Comunidades Terapéuticas para que se produzca una flexibilización y apertura sobre los criterios de admisión y adaptación del modelo terapéutico según las necesidades del paciente.
Actualmente otra de las características importantes la Comunidad Terapéutica es la dependencia económica de la administración pública. Para cumplir unos mínimos de calidad es necesario contar con una proporción de profesionales adecuada y esto supone unos altos costes, por lo que sufragarlos íntegramente por los propios usuarios, es prácticamente inviable, por lo que se deduce que una C.T. solo se pueda mantener si está inmersa en la red pública, total o parcialmente.
Esto obliga a que los objetivos cuantitativos primen sobre los cualitativos. También el perfil del paciente ha cambiado; siendo ahora el de una persona de más edad, 28 años, con una antigüedad en el consumo superior a 8 años, con mayores problemas de salud y un incremento sustancial de pacientes con trastornos psicopatológicos.
Creo que la C.T seguirá teniendo vigencia en la medida que se vaya adaptando a la nueva situación social, sin perder sus planteamientos de modelo asistencial. Recordemos que es el sistema terapéutico quien debe adaptarse al usuario y no éste a la institución y que los tratamientos deben ser individualizados.
Por último más que una perspectiva considero como necesidades para poder continuar avanzando profesional y científicamente los siguientes aspectos:
— Profundizar en la evaluación y en el análisis de la metodología aplicada y de los de los resultados obtenidos, de manera que se pueda diferenciar claramente este modelo de tratamiento como un método intensivo y científico.
— Utilización y aplicación de criterios e indicadores comunes de calidad.
— Realizar un estudio en España de los costes-beneficios sociales que tiene el tratamiento en C.T. en función no solo de los resultados, sino también teniendo en cuenta los costes indirectos tanto de los que se originan como los que no se producen como consecuencia de una rehabilitación.
— Exportar el modelo de intervención en otros recursos como, prisiones, atención a colectivos marginales, y otras adicciones.
— Continuar con la presencia en los foros nacionales y europeos ampliando la participación de los profesionales en materia de intercambios, formación y actualización de conocimientos.
Fdo.: Jesús E. Martín Pozas
El autor es Director Gerente de Fundación Girasol. Fue Presidente de la A.P.C.T.T. (Asociacion de Profesionales de Comunidades Terapeuticas para Toxicomanos) de 1992 a 1996. Es el Tesorero de ERIT (Federación Europea de Intervinientes en Toxicomania).