Hace 75 años que en Estados Unidos el presidente Roosevelt abolió la famosa y trágica “Ley Seca”.
Estuvo vigente 13 años y pretendía reducir la delincuencia y aminorar los problemas sociales, pero sus resultados fueren los totalmente opuestos a su objetivo provocando un aumento de la corrupción y de las mafias y el crimen organizado:
- Se creo una especulación financiera fruto del control de destilerías y bares clandestinos por parte de las mafias.
- Los asesinatos subieron un 3% durante la vigencia de la ley.
- La población penal aumento durante la prohibición un 350%.
- Aumentó el consumo del alcohol, se abrieron gran cantidad de bares clandestinos y proliferaron los actos criminales.
- Aumento de la corrupción y los sobornos.
- Aumentó el precio de las bebidas que se vendían clandestinamente.
- El consumo de licores aumentó un 100%.
- El Estado perdió 500 millones de dólares anuales que antes cobraba en impuestos.
Estos resultados se tendrían que haber tenido en cuenta a la hora de decretar nuevas prohibiciones, pero la realidad fue muy distinta. Se crearon nuevas prohibiciones cayendo en el contrasentido y la barbaridad de la existencia de drogas legales y drogas ilegales, situación realmente paradójica e incomprensible.
Sería prudente y necesario comparar los resultados de las actuales prohibiciones en el capitulo de drogas ilegales con los resultados de la Ley Seca. Las consecuencias son claramente las mismas:
- Existe una especulación financiera con el blanqueo de dinero negro proveniente del narcotráfico, que con la globalización y los paraísos fiscales, en pocos años, ha aumentado exponencialmente.
- Los crímenes y asesinatos han aumentado en el entorno de las drogas, tanto en el consumo como en el tráfico.
- La población penal ha sufrido un gran incremento por delitos contra la salud pública hasta crear la superpoblación en las cárceles.
- La corrupción y los sobornos están a la orden del día.
- El consumo y el tráfico aumentan año tras año.
- Los estados no ingresan ni un euro en concepto de impuestos.
Queda claro que las consecuencias de la prohibición, como era de esperar, son las mismas y los gobiernos e instituciones, abanderados por Estados Unidos, están ciegos ante la triste realidad. Hay demasiados intereses políticos y económicos alrededor de las drogas y el narcotráfico para que este problema se aborde desde un punto de vista neutral y con el objetivo real de la protección de la salud pública. Los adictos están considerados como enfermos pero tratados como criminales.
Cuando en una empresa se pone en marcha una campaña comercial y tras un periodo corto de tiempo se comprueba que los resultados son los totalmente opuestos a los objetivos fijados se convoca con urgencia una reunión, se analiza la campaña y sus posibles fallos, y se busca una solución alternativa que corrija el resultado. Sin embargo la primera disposición prohibitiva se redactó en la Convención de la Haya en 1912, hace casi un siglo, y el consumo y el narcotráfico han ido aumentado año tras año y los gobiernos e instituciones, hasta la fecha, se han quedado tan tranquilos sin analizar el porqué de unos resultados diametralmente opuestos a los objetivos fijados, ¡alucinante! Y siguen con su nefasta política amparándose en la falacia de defender la salud pública.
Es evidente que los motivos reales de la prohibición fueron, y son, económicos, raciales y políticos y que en realidad lo que menos preocupa a los gobiernos e instituciones es la protección y defensa de la salud pública..
Señores regidores de los destinos de los países y de la humanidad, ¿no seria hora de abolir las fracasadas leyes prohibicionistas y buscar una alternativa efectiva y más humana? ¿Van a seguir ciegos cien años más? ¿Van a dejar que siga creciendo el consumo? ¿Van a dejar que el narcotráfico siga aumentando sus cuantiosos ingresos y acabe rigiendo el destino del mundo?
Ante tal evidencia de igualdad de resultados entre la Ley Seca y la prohibición de las drogas es difícil de entender tanta ceguera si no es por la existencia de ocultos y nada claros intereses económicos, sobornos y corrupciones.
Firmado: Joan Manuel Riera Casany
Voluntario social