La ibogaína, uno de los principios activos de la iboga, estuvo disponible como medicamento en las farmacias de Francia cuarenta años antes que la LSD. Se trata de una historia poco conocida que compartió José Carlos Bouso, director científico de ICEERS, en la reciente conferencia Horizons PBC, celebrada en Nueva York. Bouso presentó durante su ponencia los resultados del pionero estudio clínico con ibogaína para la dependencia a los opioides, que ICEERS ha concluido recientemente. Este estudio suscitó gran interés entre los presentes, en tanto Estados Unidos sufre una crisis de salud pública sin precedentes causada por opioides sintéticos como el fentanilo. Una auténtica «guerra», en palabras de José Carlos Bouso, que la ibogaína puede ayudar a mitigar.
¿Por qué resulta innovador el estudio con ibogaína que acaba de culminar ICEERS?
Este estudio es innovador porque, aunque existe mucha evidencia anecdótica basada en estudios observacionales, hasta la fecha no se había realizado un ensayo clínico aleatorizado, controlado y de doble ciego, el estándar en ciencias de la salud. Éste ha sido el primer estudio de este tipo realizado con pacientes dependientes de un opioide difícil de abandonar, como la metadona.