El médico clínico Horacio Trapassi alerta sobre los efectos de ciertas tecnologías en el desarrollo de niños y adolescentes: “Puede afectar al desarrollo de la paciencia”. Lo dice desde la observación clínica y desde el conocimiento del funcionamiento del cerebro en edades en formación. Según Trapassi, la corteza prefrontal (la región cerebral que regula funciones como la espera, la planificación o el control de impulsos) no termina de madurar hasta los 25 años. Es ahí donde las pantallas y, en especial, los contenidos de ritmo rápido y altamente gratificantes como videojuegos o dibujos animados, generan una sobreestimulación que fuerza al cerebro a acostumbrarse a recompensas inmediatas.
“Esto va forzando al cerebro a esperar siempre una gratificación instantánea, anulando el desarrollo de la anticipación de resultados y de la planificación de actos”, explica el especialista. La consecuencia es clara: si se debilita la capacidad de espera, también lo hace la paciencia, una habilidad indispensable para la vida adulta. Este patrón de búsqueda de satisfacción instantánea podría extenderse en el futuro a otro tipo de estímulos como sustancias psicoactivas. El riesgo, por tanto, no se limita al tiempo de pantalla: se trata del modo en que esos contenidos moldean un cerebro aún en construcción.



