Las autoridades sanitarias han advertido del uso no médico del colirio de tropicamida tras detectarse indicios de desvío de este medicamento para fines distintos a los autorizados. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha recibido comunicaciones sobre un aumento significativo de recetas y dispensaciones de tropicamida procedentes de un hospital en Huesca, así como intentos de obtención ilícita en oficinas de farmacia mediante recetas falsas.
La tropicamida es un anticolinérgico de corta duración utilizado en oftalmología para provocar la dilatación de la pupila (midriasis) y la parálisis de la acomodación (cicloplejia), principalmente en exploraciones diagnósticas y en determinadas intervenciones, como la cirugía de cataratas. En España, su dispensación está sujeta a prescripción médica y su uso se limita al ámbito clínico controlado.
El fenómeno del abuso de colirios de tropicamida ha sido descrito previamente en usuarios de opioides en países como Rusia, Italia y Francia. En estos contextos, la sustancia se consume como droga por su efecto anticolinérgico, delirante y por su capacidad para modificar o intensificar los efectos de los opioides, en ocasiones mediante administración intravenosa. También se ha documentado su combinación con otras drogas, como la conocida como “krokodil”, con el objetivo de alterar el efecto subjetivo.
Las autoridades sanitarias recuerdan que el uso no médico de la tropicamida puede provocar alteraciones graves del sistema nervioso central, incluyendo reacciones psicóticas y trastornos de la conducta. La administración por vías distintas a la oftalmológica, ya sea oral, intravenosa o combinada con otras sustancias, se asocia a un amplio abanico de efectos adversos.
Entre los síntomas descritos figuran mareo, cefalea, náuseas, confusión, falta de coordinación neuromuscular, agitación, alucinaciones y convulsiones. A nivel ocular, pueden aparecer midriasis persistente, visión borrosa y fotofobia. Asimismo, se han observado efectos sistémicos como rubefacción, sequedad de boca, disminución de secreciones, estreñimiento, retención urinaria, taquicardia y episodios de síncope.
En el caso del uso intravenoso, los riesgos se agravan de forma considerable, con la aparición de daños vasculares severos, ulceraciones y necrosis en las zonas de inyección. Estos efectos han sido documentados en entornos donde la sustancia se emplea de manera reiterada y sin control sanitario.
Desde el Ministerio de Sanidad se insiste en la importancia de extremar la vigilancia en la prescripción y dispensación de este medicamento, así como de reforzar los mecanismos de detección de recetas irregulares. Paralelamente, se recuerda a los profesionales sanitarios y farmacéuticos la necesidad de notificar cualquier sospecha de uso indebido o desvío a los sistemas de farmacovigilancia.
Las personas que requieran información adicional o asesoramiento pueden dirigirse al Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA). En casos de intoxicación, está disponible el Servicio de Información Toxicológica, y ante cualquier situación de emergencia se debe contactar con los servicios de emergencia.



