La primavera es época de cambios: los días son más largos y algunos hombres hinchan sus músculos de repente, casi de la noche a la mañana. Esto último no es una mutación orgánica ni natural, sino fruto del uso de anabolizantes, una práctica más extendida de lo que muchos piensan: el 6% de las personas que van al gimnasio consume estas sustancias, según un informe de la Comisión Europea. La cifra asciende al 7,9% de los varones mayores de 18 años.
¿Pero qué son los anabolizantes o esteroides anabólicos? El Departamento de Salud del Gobierno de Estados Unidos ofrece esta definición: “Son versiones sintéticas de la testosterona que se usan para tratar algunos problemas de salud, como la pérdida muscular que conllevan ciertas enfermedades, y que a veces en el ámbito deportivo, sin supervisión médica y de forma ilegal, son consumidas —en dosis de 10 a 100 veces más concentradas que las de uso médico— para desarrollar la musculatura y mejorar el rendimiento deportivo”. Popularmente se les llama ciclos porque su toma suele darse en períodos de tiempo concretos, entre 8 y 12 semanas, para después dejar un tiempo de descanso y reajuste al cuerpo. Los usuarios suelen combinar dos o más tipos de esteroides anabólicos de entre el centenar de variantes que existe. Algunas sustancias se toman por vía oral, pero las más eficaces son las inyectables.