Cada vez que llega el último día de mayo, desde instituciones relacionadas con la salud nos recuerdan que se celebra el Día Mundial sin tabaco y nos aportan gran cantidad de datos que evidencian una relación directa entre determinados consumos de tabaco y graves deterioros en la salud. Hace ya algún tiempo, coincidiendo con la fecha señalada, el consejero de salud decía que «el tabaquismo es más peligroso que los accidentes de tráfico, los homicidios, la heroína, el alcohol, el Sida, los incendios o todos ellos a la vez». Sin embargo tanto en nuestras ciudades y pueblos como en determinados medios de comunicación se hace una descarada -muchas veces ilegal- publicidad de tabaco.
El porqué (causa, razón o motivo) de esta contradicción remite al otro porqué (cantidad de dinero) que produce: En la economía mundial el tabaco mueve muchos millones de pesetas y el sueldo de muchos miles de personas depende directa o indirectamente de la venta de dichas sustancias. Unos 18 millones de trabajadores del planeta están relacionados con la industria del tabaco, siendo más de la mitad -11 millones- agricultores. En el Estado español más de 20.000 familias, la mayoría de tierras extremeñas, dependen del cultivo de tabaco para poder sobrevivir. Como dice Oriol Martí, el tabaco es y sigue siendo un gran negocio caracterizado por realizar el cultivo en países denominados periféricos, donde se compra la hoja a bajo costo, y tras una manipulación industrial, las pocas multinacionales que controlan este sector, consiguen unos sustanciales beneficios.
En 1979 el Estado español recaudó 32.800 millones de pesetas en concepto de Impuesto Especial sobre el Tabaco y el IVA. En el año 92, dichos impuestos llegaron a 320.611 millones y para el año 96 Tabacalera tenía previsto unos 500.000 millones. El Gobierno Aznar, manifestó la existencia de un agujero presupuestario correspondiente a ejercicios anteriores que superaba los 700.000 millones de pesetas y recurrió a la subida de impuestos, entre otros del tabaco y del alcohol, para hacer frente al desequilibrio presupuestario.
En relación con el tabaco se están dando campañas de sensibilización con mensajes totalmente opuestos; de un lado, para potenciar su consumo y, de otro lado, con la intención de frenarlo. Sin embargo, este cruce de mensajes se caracteriza por una desigual difusión: la publicidad de promoción del tabaco cuenta con muchos más medios económicos y es mucho más sugestiva (con frecuencia asociada a la aventura, la salud, el prestigio social,…,) que las campañas de sensibilización llevadas a cabo desde el entorno institucional donde la credibilidad de las mismas, con excesiva frecuencia, queda en entredicho.
Desde los inicios de los años sesenta, la postura de las multinacionales del tabaco ha sido la de negar sistemáticamente los riesgos del fumar y defender por encima de todo el derecho a fumar. Presentaron los cigarrillo «lights» como alternativa menos perjudicial para la salud, porque, según consta en las cajetillas, poseen menor cantidad de nicotina y alquitrán. Esto se ha demostrado que no es correcto porque, como consta en un documento interno de la Philip Morris en 1974, al fumar, la gente extrae más de los que predicen las máquinas, especialmente en el caso de los cigarrillos diluidos o «lights». Otras veces el recurso que emplean para que figure una cantidad inferior de nicotina en las cajetillas es poner un filtro de tamaño algo mayor y menos diámetro de grosor del cigarrillo. De esa manera, con la misma cantidad de nicotina y alquitrán en la fórmula, se presenta como una aparente menor cantidad por paquete.
El tabaco sigue siendo igual de rentable para las multinacionales del tabaco, pero no lo es tanto para la sanidad pública que está empezando a notar en sus espaldas los costos sociales de la dependencia del tabaco. En este contexto, en EEUU se está dando un fenómeno digno de analizar: Por un lado, algunos Estados (Florida y Misisipi) han promulgado leyes según las cuales, las empresas tabaqueras tienen que hacerse cargo de los gastos ocasionados por el tratamiento médico de los fumadores; por otro lado, empiezan a fallarse sentencias a favor y en contra de las tabacaleras.
Las empresas tabaqueras han desarrollado diferentes estrategias para hacer frente a los nuevos vientos que soplan en EEUU. La compañía Ligger Group, fabricante de los cigarrillos Chesterfield, ha admitido que el tabaco crea adicción y produce cáncer y está dispuesta a dar informes confidenciales a la administración americana a cambio de no ser llevada ante los tribunales. Las dos más fuertes multinacionales del tabaco -Philip Morris y Reynolds-, están negociando con la administración estadounidense un acuerdo para que cesen las demandas de exfumadores, enfermos de cáncer y las propias autoridades. Están dispuestas a pagar 42 billones de pesetas -casi la mitad del Producto Interior Bruto español- y a abandonar la publicidad de tabaco pero quieren a cambio tres contrapartidas: a) no sufrir ningún tipo de acoso en los tribunales; b) que la administración permita la actual composición de sus cigarrillos -especialmente en lo relativo a los niveles de nicotina, sustancia que crea la adicción- y c) que la administración deje de catalogar la nicotina como droga.
Lo realmente irritante de esta situación es la hipocresía de esta sociedad en relación con las drogas: mucha voces que se rasgan las vestiduras alegando defender la salud pública para no normalizar otras sustancias hoy ilegales, adoptan un discurso totalmente diferente en relación a las drogas legales y recurren a la protección de la libertad de expresión, de libre comercio y derecho de libre información para fomentar su consumo. Como puede observarse, la prepotencia económica de las multinacionales del tabaco, tiene suficiente poder para hacer cambiar de opinión a la todopoderosa administración norteamericana sobre si la nicotina es una droga o no. Desgraciadamente, en el fenómeno social de las drogas, los intereses económicos se interponen y condicionan los criterios científicos y, una vez más, colaboran decisivamente a proyectar una imagen de este fenómeno que muy poco tiene que ver con la realidad.
Fdo: Xabier ARANA BERASTEGI (Miembro de Askagintza)