Entrevista a Raquel Barros, especialista de territorialización del Programa COPOLAD III y coordinadora de la Red RAISSS.

La Paz (Bolivia)

Raquel Barros es coordinadora de la Red Americana de Organizaciones de Intervención en Situaciones de Sufrimiento Social (RAISSS) y especialista de territorialización del Programa COPOLAD III. Psicóloga de profesión en el campo de la psicología social, lleva 34 años trabajando con comunidades vulnerabilizadas de Brasil en las que viven personas usuarias de drogas. Comenzó su labor realizando investigaciones enfocadas en el tema del VIH, en una época donde apenas existía información, y también con mujeres en situación de calle. Durante la segunda reunión anual de COPOLAD III, que tuvo lugar en La Paz a finales de febrero, la experta destacó la importancia del trabajo en territorio a la hora de elaborar políticas de drogas más humanas y eficaces. 

Pregunta. ¿Cuál es el trabajo que realiza la Red RAISSS?

Respuesta. RAISSS es una red de redes de países latinoamericanos que trabajan prioritariamente con un enfoque comunitario. Desde 2012 practicamos una metodología que hemos construido que se llama Tratamiento Comunitario ECO2, que consiste en hacer la acogida en tratamiento, o el proceso de transformación de personas en situación de vulnerabilidad, disminuyendo sus riesgos y utilizando los recursos de la propia persona, de la comunidad y del territorio. Desarrollamos prácticas de territorialización a través del tratamiento comunitario, y acompañamos y hacemos seguimiento de prácticas en terreno. Se tiene la creencia de que las intervenciones ligadas a drogas sí o sí tienen que construir instituciones, protocolos y tener especialistas, y hemos empezado a trabajar para cambiar ese paradigma, que también se valoren los recursos que tienen las comunidades. Hay una cifra de la que hablan los observatorios de drogas y es que de todas las personas con un uso problemático de drogas, solamente un 20% acude a los servicios, mientras que el 80% se queda en sus comunidades. Además, de ese 20% hay un 60% que recae. Por eso vimos que había que salir de la óptica de la ilegalidad y la salud pública, y mirar un poco más hacia la integración social como propuesta de intervención. 

P. ¿Cuáles de estos enfoques que usan desde RAISSS podrían servir de inspiración a otros países y regiones?

R. Creo que todas las organizaciones que trabajamos con población vulnerabilizada tenemos óptimas prácticas comunitarias, pero tal vez el problema es que no las valoramos como válidas en las intervenciones. Por ejemplo, hay lugares en Brasil como cracolandia donde lo que impera no es el doctor que llega o la cita con el ambulatorio, sino que el valor es la red de amigos y vecinos que están ahí y que te van a acompañar cuando tengas un problema. Desde este punto de vista lo que hemos priorizado en la práctica comunitaria es la formación de redes: valorar, trabajar y actuar con las redes comunitarias. Al igual que en Brasil, hemos trabajado en Colombia, Uruguay y ahora tenemos un proyecto en Portugal, en el que la comunidad identifica la necesidad para después buscar políticas adecuadas a esas necesidades.  

P. En este sentido, ¿cuál es el trabajo que están realizando desde COPOLAD?

R. Lo primero que hay que valorar es la gran apuesta que ha hecho COPOLAD III en incluir el tema del territorio, porque es donde la gente vive y está, y no se pueden pensar las políticas sin las personas. Veo muy acertada esta entrada a trabajar en la territorialización. Pero también es un desafío enorme, porque una cosa son las organizaciones de la sociedad civil que ya tienen el ADN de estar en contacto con la gente, mientras que al trabajar con gobiernos lo que tenemos que hacer es pedir que primeramente bajen del edificio y se acerquen con otra mirada al territorio. Todo esto lo hacemos sin imponer nada, sino que hemos venido como una red para actuar en conjunto. Son los propios países los que nos ayudan en esta tarea, a realizar las formaciones o a acompañar los proyectos pilotos. Y vemos que sí ha interesado y generado curiosidad a los diferentes gobiernos. De hecho, algunos de ellos tienen mucho más consolidados sus proyectos con políticas muy claras como Colombia, Uruguay o Chile, que realizan trabajos desde el territorio porque lo ven como un complemento a las políticas que tienen. Y realmente ven la importancia de trabajar con las comunidades. Ante cualquier problema, las personas en las comunidades, primero van a acudir a su red barrial antes de ir al médico, porque el profesional a las cinco se va a ir a su casa, pero quienes quedan son las que están cerca. Por eso esta es una mirada que genera muchos desafíos, ya que implica salir y hablar con las personas, escucharlas y saber lo que necesitan. Y la buena acogida también se resume en que ya hay 110 personas certificadas en formación sobre Tratamiento Comunitario de Drogas ECO2, que ayuda a tener capacidades para actuar desde el gobierno y la comunidad. 

P. Concretamente, ¿en qué consiste la Metodología ECO2 y cómo la trabajan desde COPOLAD?

R. La Metodología ECO2 consiste en trabajar en la comunidad a través de redes. Lo primero que hacemos al llegar a un territorio es un proceso de formación, que no siempre es igual aunque sí tiene los mismos contenidos teóricos sobre redes de representaciones sociales y protagonismo comunitario. También realizamos prácticas en actuación, de las que hacemos un seguimiento para medir los impactos que tiene en la comunidad y las personas. El objetivo final es que la comunidad tenga una red muy diversificada de actuación, que pueda contar con personas que apoyen en la educación, la inserción laboral, la asistencia básica…, en definitiva, crear una red que disminuya la situación de vulnerabilidad de las personas. Por ejemplo, una persona que no sabe leer ni escribir, que consume al día dos piedras de crack y vive en la calle: si en ocho meses ya no duerme en la calle, consume una piedra de crack y empieza un programa de tratamiento, eso para nosotras es un avance muy grande. En ECO2 no medimos cuantas piedras de crack la gente usa, pero sí evaluamos las relaciones que tenía antes y tiene ahora; si antes tenía tres amigos que consumían y ahora, además, tiene dos más que le ayudan a estudiar y otro que le proporciona un hogar, ese es el progreso y el éxito de la estrategia. Trabajamos en esa complejidad y en mirar a las personas más allá de su consumo, también en su día a día y en sus varios roles sociales. Por eso se trabaja de manera más integrada, armando redes, cursos y acompañamientos, incluso en universidades. De esta manera hemos trabajado con algunos gobiernos como el de Argentina, Uruguay o Brasil dando cursos de especialización en tratamiento comunitario ECO2. 

P. Se comentaba en la reunión anual de COPOLAD III la importancia de que el programa haya empezado a trabajar con países del Caribe. ¿Qué acogida está teniendo la Metodología ECO2 en la región?

R. Es cierto que teníamos esa imagen de que a los países del Caribe no les interesaba el trabajo que hacemos en COPOLAD y al contrario, ellos pensaban que no trabajamos con Caribe y que había una mirada de atención más dirigida a América Latina o a países hispanohablantes. En este caso, les ha interesado el enfoque que tenemos de no mostrar lo que creemos que va bien, sino de realizar un intercambio de buenas prácticas entre lo que ya se está haciendo y lo que observamos en otros lugares. De hecho, esta estrategia ha tenido buena acogida en los países del Caribe en los que estamos trabajando, porque construimos en base a los contextos y necesidades de cada lugar. Esta manera de trabajar, la articulación de pensar, hablar y actuar en conjunto ha propiciado que ya estemos presentes en seis países del Caribe realizando pilotos: República Dominicana, Jamaica, Belice, Surinam, Bahamas y Trinidad y Tobago. Y lo más interesante es que con toda la realidad de la región, con la falta de recursos y todas las dificultades que existen, el trabajo desde el territorio y con la comunidad viene para sumar recursos, no para sacarlos. 

P. Son desafíos muy presentes en los territorios el acceso a servicios básicos, especialmente para personas con consumos problemáticos de sustancias. ¿Han trabajado con la metodología de Housing First (La vivienda primero)?

R. Sí que tenemos esa mirada de que la vivienda es una primera necesidad. Trabajamos con seis grandes ejes, donde uno de ellos es el de asistencia básica que engloba el acceso a comida, documentación o un lugar para dormir o vivir. Los otros ejes tocan temas como la educación, trabajo, salud física y psicológica, diversión, y redes y relaciones. Por lo tanto, sí que la vivienda está en uno de nuestros ejes de actuación, aunque el primero son las relaciones, ya que sin ellas no se hace nada. Es una mirada necesaria, pero siempre que se mantengan los vínculos relacionales. 

P. En todo este trabajo es importante tener integrada una perspectiva de género e interseccional. 

R. Por supuesto. En todas las comunidades los liderazgos sociales son mujeres, las que organizan, las que generan movimiento. No se puede hablar de drogas y de territorios sin hablar de mujeres, teniendo en cuenta también los espacios de mucha vulnerabilidad para ellas y toda la comunidad LGBTIQ+, especialmente de las personas trans, que tienen también mucho liderazgo y una resiliencia más fuerte. Y desde estas resiliencias y con estos liderazgos hay que trabajar en los territorios. 

P. ¿Y qué ocurre cuando se trabaja la territorialización con los equipos de gobierno? ¿Cómo es unir dos realidades tan diferentes?

R. Es complejo al inicio, porque si un equipo de gobierno quiere acercarse al trabajo de la territorialización tiene que abrir un poco su poder. Tenemos experiencias muy positivas de gobiernos que han descubierto el trabajo comunitario como un recurso más dentro de sus políticas. Bajar a los territorios supone hacer un proceso de escucha, reflexión y decisión en conjunto, que no siempre es cómodo, pero sí muy enriquecedor.